Fa pocs dies la meva última àvia en vida va morir. Va marxar acompanyada amb tot l’amor de les seves filles i fill, néts i nétes fins el seu últim alè. Comparteixo aquesta poesia que he escrit per a ella i pensant en les àvies i avis de la humanitat. Poesia que espero que esdevingui cançó.
Sílvia, gener de 2019
Cuando se van
nuestras abuelas, nuestros abuelos,
se va el reflejo
del amanecer de los tiempos.
Se va el olor del pasado,
se va la mano que ha sembrado,
se van historias, se van canciones,
se va lo antiguo…
Se va el camino
por donde venimos,
se va la experiencia
más cercana al orígen.
Se van los pasos lentos
del conocimiento.
Se va la vista rápida
del que ha caído y
se ha levantado durante años.
Cuando se van
nuestras abuelas, nuestros abuelos,
viene el recuerdo de cada historia,
cada detalle es importante:
¿Dónde nacieron? ¿Porqué se fueron?
¿Cómo se llamaba su madre?
¿Porqué se llevaron a su marido?
¿Cuál era su oficio?
¿Cómo parió a sus hijos?
¿Habrá fotos? ¿habrá cartas?
¿habrá ajuares?
Cuando se van
nos damos cuenta
de lo que no sabemos,
lo que no hemos preguntado,
lo que se ha callado,
de lo obvio, lo ignorado.
Cuando se van se queda
lo dicho y lo callado,
lo hecho y lo deshecho,
las alegrías y los lamentos.
Se queda el recuerdo y el olvido,
se queda lo vivido,
aunque no esté escrito.
Unos van y otros vienen,
todos marchamos, pues todos llegamos.
Como transitamos lo prestado,
es así cómo nos vamos,
es así cómo llegamos.
Somos nietas de abuelas
que fueron nietas de otras abuelas.
Somos nietos del amor
y el odio entre los seres.
Somos nietas de los pueblos
aún marcados por la guerra.
Somos nietos de estos árboles,
estos ríos, estas plantas.
Somos nietas que serán abuelas
de otras nietas que serán abuelas…
